martes, 9 de abril de 2013

My propeller

Es difícil no caer en la tentación. Hay mil cosas en esta vida que sabemos que no deberíamos hacer, pero todos los días tenemos algún pequeño momento de rebeldía personal. Ignoramos a la voz de la razón; algunos directamente la amordazan.

Podría decir que lo peor de este asunto es cuando creamos un hábito de ello. Pero mirándolo mejor, creo que eso no es lo verdaderamente malo.
Lo que envenena nuestras vidas es el modo en que ponemos fe ciega en que si hacemos cosas buenas, todo saldrá bien. Vamos al gimnasio pensando en que así seremos más valientes con las mujeres, apagamos la televisión esperando no perder más el tiempo, y algunos adoptan a un perro para no sentirse solos.

Pero realmente todo eso es como una religión. Depositamos nuestras esperanzas en unas acciones que por sí solas no van a cambiar nada. Por mucho que nos apuntemos a clases para aprender alemán, no servirán de nada si no las utilizamos para algo productivo, de otro modo sólo serán un modo de realización personal falsa.

Así que la próxima vez que pienses que no deberías comerte esa chocolatina, o que no deberías hablarle a la persona que te gusta, deja de pensar y hazlo. Estás sufriendo por nada

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